SALA DE VISITAS


Foto de Rahul Kumar en Unsplash


Hospital de provincia, público, dos enfermos por habitación, horario de visita de un sábado por la tarde. Habíamos ido a ver a un familiar ingresado varios días atrás. Dos enfermos por habitación, y varios familiares por enfermo. Hice los saludos pertinentes, pregunté a mi familiar cómo llevaba su estancia obligada y excusé mi salida con que éramos muchos en la habitación.

Cuando llegué a la sala de visitas, como casi siempre que había estado en un hospital, la tele estaba encendida. Lo raro era que el volumen, esta vez, estaba a un nivel prácticamente inaudible. Al principio, pensé que en la sala no había nadie, pues yo dirigí mi mirada a la pantalla encendida, pero entonces oí murmurar. Estaba junto a la ventana del fondo. No tendría más de cuarenta años e iba elegantemente vestida. Supuse que, como yo, estaría visitando a algún familiar. Aun así, vi que su vestido era demasiado elegante para una tarde de visita en un hospital.

De nuevo la oí hablar, pero no entendí lo que decía. Por cortesía, más que por curiosidad, le pregunté si se había dirigido a mí. Ella sin dejar de mirar hacia el exterior dijo:

—Mi marido ya se ha ido.

Yo, instintivamente, me acerqué a la ventana más próxima. No vi a nadie y supuse que el hombre habría entrado en el aparcamiento.

—¿Usted también tiene a alguien enfermo? —preguntó ladeando ligeramente la cabeza hacia donde yo estaba.

—Un familiar, pero no es nada grave y pronto le darán el alta.

Los dos guardamos silencio y continuamos mirando al exterior. Las sombras iban poco a poco ganando espacio en el ambiente. Estuvimos así, cada uno sumido en sus pensamientos hasta que una enfermera abrió la puerta, y dirigiéndose a ella, le dijo que por favor la acompañara.

—Sí, voy inmediatamente —dijo sin dejar de mirar por la ventana. Cuando la enfermera se marchó, añadió —Este era su vestido preferido. Me lo he puesto para despedirle, pero… ni siquiera he entrado a la habitación. No he sido capaz de hacerlo. Ahora se ha marchado y no me verá.

Entonces, comprendí el significado de las palabras que había pronunciado momentos antes. Lo que sigo sin comprender, es cómo ella sabía que su marido había muerto antes de que se lo comunicaran.