Vacío, el rincón que tú elegiste, ha estado vacío. Los últimos veranos, fue tu lugar preferido. Allí pintaste
flores en tela, allí diste miles de puntos de ganchillo, leías o hacías pasatiempos y solitarios, cientos de
solitarios, y muchas, muchas partidas de cartas con tus nietos.
Ahora, apenas sus fotos han
ocupado la mesa. Ni libros, ni baraja, ni… tú. Tú que pasabas horas, días enteros
en ese rincón junto a la ventana, tú no has estado. Después de unos meses de
agonía, tu cuerpo, tu edad, no resistieron
la enfermedad y nos dejaste.
Por ello, tu rincón, el rincón que
tú elegiste ha estado vacío de tus cosas, pero no de nuestros recuerdos. Estoy
seguro que todos y cada uno de nosotros, de los tuyos, hemos buscado allí tu
presencia. Porque “cuando hay amor, la muerte no gana la última batalla, nos
quedan los recuerdos”