MI ÚLTIMO CUADRO


¿Bonito verdad? 
CUENCA ES ÚNICA
Lo he pintado para Ana y Fernando, mis sobrinos que se han casado hace muy poco

IMÁGENES, OLORES, SABORES, RECUERDOS...



Hoy he encontrado esta imagen en una cuenta de facebook. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, para mí la imagen de una rosa del azafrán tiene ese efecto, aunque sea en foto. No digo ya si la flor es real. Y trae a mi mente no solo palabras, también OLORES, SABORES, RECUERDOS...

A estambre amarillo y estigma rojo, y manto lila de flor fresca, a tierra mojada, tierra de Motilla, roja, pastosa, cual arcilla, pegada en los dedos, en los zapatos y el alma. Mojada por el rocío o la lluvia, a finales de octubre y primeros de noviembre. Cuando los Camposantos huelen a cualquier flor y recuerdan a familiares que se han ido. El campo de Motilla, el Carrascal, los Altillos, la Azá de la Virgen, a mí me huele a azafranar, aunque azafranares ya no hay apenas.

Me recuerda la casa de mis padres, que era de mi abuela Felipa, y la de mis vecinos, Emedita y Francisco (perdigón), y la de mi tía Aurelia (tía abuela). Casas donde iba a mondar rosa cuando era un crío. Y tantas otras de Motilla, donde el azafrán era la riqueza. 

Me trae olor a chimenea encendida, aunque yo recuerde más la estufa. A azafrán tostándose al amor de la lumbre y de la dueña. A azafrán, envuelto en papel, tostao  y guardao en el baúl. Azafrán que más pronto o más tarde olería a casa nueva, o mula, o a boda, que para eso se guardaba, para cuando hiciera falta. Cosas extrañas, tanto en el baúl y  tampoco en la lacena.

Gentes humildes, sencillas, alrededor de una mesa, hablando la mayor parte del tiempo, también en silencio, dando cabezadas  a veces, para despejar el cansancio y el sueño.  La mesa grande, de matazón, y en el centro, el pez de rosa, y junto a cada persona los peces de azafrán, de rojo intenso, dentro del pandero. Y bajo la mesa, la flor abierta, inservible, cubriendo el suelo.

A la merienda: pan y aceite, carne de membrillo, pan y chocolate, pan mucho y chocolate poco, y... los dedos manchaos de mondar la rosa. Y las moscas en la merienda, ¡pesas! como buenas moscas de la rosa. 

Recuerdo dolores de muela, y mi madre poniendo la pizca de azafrán en la cueva, ¡bendito azafrán y maldita muela! 

Y recuerdo un lunes, día del MANTO, la rosa bien cerrada ¡Y lloviendo! a ratos poco y a ratos bastante. Y la alegría del manto y... yo solo en el piazo, a ratos bajo una oliva y a ratos en el tajo, hasta terminarla. Mi madre volviendo la esquina, preocupada, y yo, cargado como un burro y... ¡Contento, traía el manto!

Recuerdo a mi padre, el azadón en una mano y el cigarro en otra. El maldito cigarro, si fumaba se quemaba los pulmones, si no los nervios. El surco abierto y la cebolla formando hileras, a punto de ser tapada. Y los porches de las casas con las parvas de cebolla, limpia y desbrozada a un lado, y al otro la BROZA. Y los ribazos en época de rosa salpicados de FARFOLLA, bonita los primeros días, y después jabonosa.

Ya veis quizás la rosa del azafrán no sea la flor más bonita del mundo, y su vida es efímera, dura poco más de un día, pero a mí, me llena de recuerdos. Recuerdos que no puedo olvidar NI QUIERO.